miércoles, 6 de junio de 2007

Una receta segura para fracasar en el mercado chino

Evasión de impuestos, violaciones de regulaciones laborales, publicidades de mal gusto... Antes, el gobierno y los consumidores chinos perdonaban casi todo. Ahora, las condiciones cambiaron. Es hora de que las multi empiecen a cuidarse...
Desde la apertura de fines de los '70, China se convirtió en un destino privilegiado para las inversiones de las multinacionales occidentales y japonesas. En aquellos tiempos, el coloso asiático recibió con los brazos abiertos a Coca-Cola, Volkswagen, 3M, Motorola, Philips y tantas otras.

Para los managers extranjeros, era un ambiente de negocios virgen donde todo estaba por hacerse. Mientras tanto, los altos funcionarios del Partido, sedientos de dólares, otorgaban toda clase de ventajas a los inversores: desde reducciones de impuestos hasta "la vista gorda" ante la violación de leyes.

Los consumidores, por su parte, estaban extasiados. Por primera vez en sus vidas, muchos pudieron saborear una Coca-Cola, comprar teléfonos celulares y computadoras. Es cierto, quizá las empresas se prestaban a algunas maniobras de dudosa moral... Pero, ¡qué importaba!

Así, China se convirtió en una especie de campo de experimentos para compañías ansiosas de capitalismo salvaje y bajos salarios.

Sin embargo, los tiempos dorados del "vale todo" están llegando a su fin. Según un artículo de la prestigiosa escuela de negocios del MIT, tanto el gobierno como los consumidores chinos se están volviendo mucho más sensibles ante las operaciones de las transnacionales. Veamos...

Hace un par de años, McDonald's lanzó un aviso televisivo que mostraba a un ciudadano chino pidiendo de rodillas un descuento a un vendedor de artículos electrónicos. El gobierno puso el grito en el cielo por el tono discriminatorio de la campaña. De nada valieron las explicaciones de la empresa. La publicidad fue prohibida.

La tecnológica japonesa Toshiba también pagó caro una metida de pata. En el 2000, se descubrió un defecto en todas las laptops de la marca. Toshiba pagó 1.500 millones de dólares en concepto de indemnizaciones a los clientes norteamericanos afectados (o sea, unos 445 dólares per cápita). Sin embargo, sus acciones en China no manifestaron la misma sensibilidad. En lugar de la compensación en metálico, sólo ofreció a los clientes algunos softwares para corregir el defecto.

El escándalo no se hizo esperar. Los medios chinos destrozaron a la empresa por sus indignantes dobles estándares. En cuestión de meses, Toshiba cayó del primer al tercer puesto en la participación de mercado (su market share se derrumbó del 19 al 15 por ciento).

Básicamente, advierten los investigadores del MIT, si usted quiere maximizar sus probabilidades de fracasar en el mercado chino, aplique alguna de las siguientes recetas que ya han probado varias multinacionales: implemente dobles estándares (los consumidores chinos son más pobres, ¿por qué tratarlos como a los norteamericanos?), lance campañas publicitarias ofensivas, viole la ley (¿por qué habría de respetarla? ¿no deberían darle las gracias por invertir en el país?), practique maniobras colusivas, sea insensible ante las necesidades de los que menos tienen o utilice a China como un laboratorio de experimentación para campañas mundiales.

Así, señalan los investigadores del MIT, las compañías con intereses en el coloso de Asia necesitan replantearse muchas de sus prácticas. Es hora de que comprendan el honor, la confianza y la credibilidad son valores fundamentales de la cultura china.

Cualquier paso en falso (léase, evasión de impuestos, publicidades desubicadas o dobles estándares) puede tener terribles impactos sobre la credibilidad de la empresa y, en última instancia, sobre sus resultados financieros en este gigantesco mercado.

Incluso, las corporaciones extranjeras ya no están solas. En los últimos tiempos, algunas corporaciones locales se han convertido en jugadores importantes tras absorber el know-how de los líderes mundiales (por ejemplo, Lenovo). La competencia se exacerba en el mercado chino. Y el respeto por la cultura local se está volviendo un factor de peso para ganar consumidores.

En definitiva, señalan los investigadores, es hora de que los managers globales se preocupen realmente por satisfacer las condiciones de legitimidad exigidas por el público chino. Ignorar este desafío es, a la larga, renunciar al mercado de consumo de mayor crecimiento del mundo.

De la redacción de MATERIABIZ

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