miércoles, 2 de abril de 2008

La gestión del cambio es la tarea más difícil que deben enfrentan los líderes actuales

Saber interpretar los hechos y desarrollar acciones para encaminar el proceso de desarrollo de la empresa son algunas de las exigencias con las que tienen que lidiar los directivos. En un mundo de constantes variaciones, la flexibilidad y la adaptación se transformaron en habilidades indispensables


Se suele decir que el principio de un directivo eficaz consiste en remitirse a los hechos y que éstos son los que garantizan el éxito de las estrategias: los hechos son lo objetivo y lo fundamental. Esto es verdad, pero no es toda la verdad, ni siquiera la parte más importante, ya que los hechos por sí solos carecen de sentido. Sin la percepción subjetiva y la posterior interpretación, también subjetiva, los hechos no dicen nada a nadie.

La esencia de la función directiva es dirigir a las personas y su trabajo, enfrentarse diariamente con los cambios y encontrar el equilibrio entre la renovación constante y la estabilidad necesaria.

No se trata de elaborar un enfoque teórico sofisticado, sino de que la dirección debe tener claro hacia dónde encaminar los pasos de su empresa. Dirigir ha sido siempre una labor de síntesis, de inteligencia y de voluntad y saber orientarse con rapidez y flexibilidad se ha convertido en algo indispensable.


Incompetencias directivas

Puede existir una divergencia nociva entre lo que un directivo piensa y lo que sus acciones proclaman en la realidad; ahí reside una de las fuentes principales de las frustraciones que se viven en el día a día de las empresas. La estupidez, el egoísmo, el cinismo, la doblez disimulada, la hipocresía, el capricho, la crueldad y la prepotencia son los rasgos que definen a un directivo inepto.

La paradoja de los buenos directivos es que lo son a pesar de sus debilidades, mientras que los nefastos progresan gracias a ellas. Romper esta dinámica empobrecedora configura uno de los retos más exigentes de la mentalidad directiva renovada que demanda la actualidad.
Sólo para la dirección
Curiosamente, el tiempo de descanso de un directivo puede entrañar ciertos peligros para la eficacia de su trabajo, y en consecuencia, para su empresa. Al emplear ese tiempo en hacer planes personales y profesionales, aumenta la dispersión y disminuye la concentración, lo cual es perjudicial para la tarea del director. Aquí debería imperar la paradoja de que "menos es más".

Si algunos directivos cobrasen menos serían mucho mejores. ¿Es realmente el dinero el incentivo para realizar mejor nuestro trabajo? Es obvio que la austeridad ha desaparecido de nuestro vocabulario de management; sólo se utiliza para aplicarla a los demás, por ejemplo, controlando los costos salariales a base de reestructuraciones, mientras los bonus de la alta dirección crecen.


Dirigir personas es dirigir el cambio

Desde hace algunos años, en las empresas se habla de los "activos intangibles" para referirnos a aspectos como la cultura corporativa, los valores, el conocimiento o la experiencia acumulada en la empresa, la red de distribución y los clientes. Hoy sabemos que difícilmente seremos capaces de mejorar lo que no se puede medir.

Por ello, tanto los directores de recursos humanos, como los directores generales, deben poseer una dosis estimable de talento, imaginación y carácter para descubrir cuál es el mejor método para motivar a sus colaboradores.

La confianza y el compromiso por parte de la empresa consiguen que los colaboradores lleguen a identificarse tanto con la compañía, que permite generar ese valor que la hace mejor que las demás.

Entre otras buenas prácticas para alcanzar esa confianza y compromiso se encuentran también la seguridad laboral, la contratación selectiva, la retribución elevada, la participación en la propiedad, la formación, el diseño renovado de los puestos de trabajo, la multidisciplinariedad y el trato justo.

En la actual sociedad del conocimiento, el "capital humano" se ha convertido en la ventaja comparativa por excelencia y esto precisa una traducción inmediata en el gobierno de las organizaciones. Todos los directivos saben que el día a día de su empresa está repleto de rutinas, de costumbres y hábitos a la hora de hacer lo que hay que hacer, asentadas en la práctica arcaica y, a menudo, incuestionada.

Aún así, el líder es el que tiene la capacidad de convertir en una aventura aquello que es rutinario. Con empeño esforzado y motivación renovada se consigue extraer lo extraordinario a partir de lo ordinario, la excelencia de la normalidad. Los líderes no son soñadores; son mucho más: son realizadores de sueños.


Tiempo y cambio: el management eficaz

El cambio es inexorable, pero cabe enfrentarse a él de dos maneras: dejando que nos tome desprevenidos o siendo capaces de inscribir lo nuevo en la visión que nutra nuestra gestión. La innovación exige anticiparse, lo que supone, a su vez, ser certero en el momento de emprenderla y tener la valentía de desafiar nuevos retos.

La innovación más costosa y quizás la más poderosa, consiste en ser fiel al propio proyecto, lo cual lleva implícito el hábito de replantearlo.

Gestionar el cambio a la hora de dirigir una empresa se ha convertido en una experiencia extraordinariamente ardua. Las fusiones, compras, desinversiones, reestructuraciones, alianzas, procesos de internacionalización y la rapidez con la que todo ello sucede, ha situado la gestión del cambio en la primera línea de la estrategia empresarial.

Las empresas deben gestionarse desde lo obvio, que suele ser lo más difícil de advertir. Y la definición más obvia de la finalidad de una empresa es la de crear un cliente.

Las noticias positivas y negativas que afectan a la imagen pública de una empresa suelen ser reflejo de la manera en que son gestionadas y especialmente, gobernadas. La distinción entre gestión y gobierno por parte de la propiedad no es un ejercicio puramente académico, sino que procede más bien de la experiencia acumulada en la dirección de empresas. La eficiencia tiene mucho que ver con los flujos de información y los conocimientos que es lo mismo que estar bien informados para anticiparse a los cambios.

Liderar tiene mucho de artesanal y nada de erudición inasequible. El cambio no es la faz de un rompecabezas anárquico sino la energía de un lego con el que el hombre construye su vida y su felicidad.

Un buen líder ha de ser simultáneamente un líder bueno. Y es que en el origen de los cambios y su verdadera gestión uno siempre encuentra personas.


Puntos Importantes

  • La esencia de la función directiva es dirigir a las personas y su trabajo, enfrentarse diariamente con los cambios y encontrar el equilibrio entre la renovación constante y la estabilidad necesaria.
  • Tanto los directores de recursos humanos, como los directores generales, deben poseer una dosis estimable de talento, imaginación y carácter para descubrir cuál es el mejor método para motivar a sus colaboradores.
  • En la actual sociedad del conocimiento, el "capital humano" se ha convertido en la ventaja comparativa por excelencia y esto precisa una traducción inmediata en el gobierno de las organizaciones.

Por Guido Stein, profesor del IESE

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