lunes, 20 de agosto de 2007

La teoría de las finanzas, ¿un invento de los extraterrestres?

El derrumbe de las bolsas durante febrero no fue previsto por ningún modelo financiero. De hecho, según los modelos convencionales, esta caída jamás podría haberse producido. Así, la teoría convencional de los mercados financieros convencional parece provenir de otro universo...

Por Pablo Triana

Durante las turbulencias experimentadas por los mercados financieros el pasado febrero, la prestigiosa revista The Economist publicó lo siguiente: "De acuerdo a Goldman Sachs, el índice que mide la volatilidad de la bolsa de New York se desvió ocho desviaciones standard de su valor medio. Si los modelos matemáticos convencionales son correctos, un evento de ese tipo no podría darse durante toda la vida del universo. Quizás los teóricos no conocen el universo tan bien como ellos creen".

Yo no soy ningún físico pero creo que este análisis aporta algo revolucionario en relación a la ciencia dominada por Einstein, Feynman y demás. Gracias a movimientos salvajes en los mercados como los presenciados hace unos meses y gracias a la teoría financiera convencional, nos hemos enterado de un gran secreto, una revelación conmovedora. Posiblemente el mayor descubrimiento en la historia de la humanidad. Ahora, sin duda, lo sabemos. Los "agujeros de gusano" existen.

Sólo la existencia de agujeros de gusano que convenientemente permiten el viaje entre diferentes universos puede explicar el hecho de que ciertos seres actualmente presentes en la tierra produzcan modelos que asumen que los mercados se comportan normalmente (es decir, de acuerdo a la distribución de probabilidad Normal, un mecanismo que básicamente niega la posibilidad de fenómenos fuera de lo común).

Claramente, esos seres deben provenir de un universo diferente. Esa es la única explicación posible de su reticencia a admitir lo obvio en relación a nuestro universo: los fenómenos extraños se suceden en la arena financiera con tal asiduidad que quizás habría que dejar de llamarlos "extraños".

Estos teóricos han tenido que haber venido de otro universo muy diferente, donde aparentemente la normalidad reina suprema. Habiendo sido criados en tan plácido ambiente encuentran muy difícil la aceptación de las realidades caóticas de nuestro mundo.

No obstante, en vez de adaptarse a nuestras circunstancias universales, mantienen intactas sus hipótesis irrealistas, generando modelos que tozudamente reflejan sólo las realidades que dejaron atrás hace muchas estrellas. De alguna manera, son invitados de mala educación que niegan a comportarse de acuerdo a las costumbres del anfitrión.

Algunos dirán: "¿Y qué? ¿Cuál es el problema con tener algunos caracteres que parecen alienígenas divulgando sermones totalmente irrealistas acerca de cómo funciona el mundo financiero? Déjenles hablar bien alto. No es probable que los terrícolas que experimentan la vida real a diario hagan caso de mensajes tan erróneos. Si bien los teóricos dicen cosas raras, su relevancia debe ser mínima así que no pueden hacer ningún daño, ¿verdad?"

El problema con estos argumentos es que, por supuesto, no tienen fundamento. Lejos de estar marginados, los modelos basados en la normalidad reinan supremos en finanzas. De hecho, vienen reinando desde hace bastante tiempo. Eventos como los descritos por The Economist no parecen haber cambiado mucho el status quo.

Los teóricos son regularmente testigos de la ocurrencia de sucesos que, según los modelos, no deberían suceder. Sin embargo, increíblemente, esas visiones no fuerzan una revisión completa de las teorías convencionales. A los estudiantes de finanzas se les sigue enseñando que los sucesos extraños deben ser ignorados, no son representativos, tan sólo inútiles inconveniencias: "Actuad como si nunca hubiesen existido, y todo irá bien". Lo importante no es admitir la realidad, sino garantizar la supervivencia de los modelos.

El suceso que más radicalmente ilustró la ineficiencia de la modelización financiera heterodoxa se dio hace justo dos décadas, exactamente en octubre del 1987, cuando la bolsa de New York se hundió casi un 25 por ciento en un solo día (la mayor caída de su historia), provocando derrumbes globales (en México, por ejemplo, se desplomó un 17 por ciento y acabó el año más de un 70 por ciento por debajo).

Esa debacle del índice S&P 500 supuso una desviación de veinte desviaciones standard, algo totalmente imposible de acuerdo a los modelos. Es decir, la teoría financiera asignó una probabilidad de cero al fenómeno más impactante experimentado por los mercados en su historia.

En este sentido, los teóricos financieros muestran una aberración sorprendente hacia las realidades terrenales, casi como si las repudiaran. Al ignorar esos molestos fenómenos extraños, están esencialmente negando la historia, pues esos sucesos son los que explican casi todo en la vida real.

Unos muy pocos días explican más de la mitad de los retornos experimentados por los mercados durante periodos de varias décadas. Negar la importancia crítica de esos días "raros" es similar a negar a los mercados. ¿Y quién querría hacer tal cosa? ¿Quién estaría interesado en negar la realidad de esa manera tan escandalosamente obvia? Parece difícil pensar que aquellos en el campo anti-realidad no provienen de un universo distante.

Pablo Triana

Director Centro Finanzas Avanzadas de IE Business School

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