sábado, 1 de marzo de 2008

Warren Buffet sorprende al mundo con su "carta denuncia"



El millonario causó asombro al tildar de egoistas a presidentes de empresas y advertir que la burbuja estalló y se acabó la fiesta. Sus imperdibles dichos

Warren Buffet, el segundo hombre más rico de Estados Unidos tras Bill Gates, culpa a la "locura financiera" de la banca norteamericana de la crisis inmobiliaria que atraviesa actualmente el país y denuncia también el egoismo mostrado por la inmensa mayoría de los presidentes de las grandes empresas norteamericanas al adjudicarse durante años "stock options" que les reportaron enormes ganancias.

Buffet lanza estas críticas contra los excesos del capitalismo norteamericano de los últimos años en la carta anual a los accionistas de su gran holding inversor, Berkshire Hathaway, una misiva que se ha convertido en todo un acontecimiento en Estados Unidos y que fue difundida el viernes, al cierre del mercado bursátil.

La carta, tras informar de las cuentas del holding, que tuvo un aumento de patrimonio de 12.300 millones de dólares en 2007, está en la línea de críticas anteriores del conocido como "sabio de Omaha", quien ha denunciado reiteradamente que las personas más acaudaladas de Estados Unidos, empezando por él, deberían pagar más impuestos.

Buffet asegura en la carta (accesible en la web www.berkshirehathaway.com) que "nuestro país está ahora experimentando un dolor generalizado" por la errónea creencia en que la burbuja inmobiliaria nunca estallaría.

Además, conforme los precios caen, "una enorme cantidad de locura financiera ha quedado al descubierto. Solo te enteras de quién ha estado nadando desnudo cuando baja la marea, y lo que estamos contemplando en algunas de nuestras mayores instituciones finacieras es un fea visión", subraya.


Parafraseando a un antiguo presidente de la empresa Wells Fargo, Buffet asegura que el comportamiento de esas instituciones financieras puede interpretarse como si se hubieran empeñado en "encontrar nuevas maneras de perder dinero cuando las viejas parecían funcionar muy bien".

Asimismo, Buffet critica a los grandes directivos de empresa que lograron que, en 1994, el Senado de EE.UU. permitiera un cambio de las reglas de contabilidad de las compañías para que pudieran recibir "stock options" sin computarlas como gastos, a fin de ocultar el daño que suponían a los resultados.

Según el "sabio de Omaha", sólo dos entre los presidentes de las 500 mayores empresas de Estados Unidos se negaron a usar esa prerrogativa, mientras que el resto tomó el "camino fácil" de otorgarse "megacompensaciones", en ocasiones incluso manipulando la fecha de concesión de las "stock options" para aumentar el importe cobrado en el momento de hacerlas efectivas.


Afortunadamente, asegura, la "estupidez" contable de las "stock options" se está reconduciendo, pero permanecen otras igualmente peligrosas, entre las que apunta la sobrevaloración de los rendimientos esperados en los planes de pensiones de las propias compañías, que calculan en un promedio del 8 por ciento 363 de las 500 grandes firmas del índice de Standard and Poor's.

Al respecto, Buffet desestima esa previsión de rentabilidad recordando que, "durante el siglo XX, el Dow (el principal indicador bursátil de Estados Unidos) avanzó de 66 a 11.497. Esta ganancia, aunque parezca enorme, se queda en un 5,3% cuando se desglosa anualmente".

En la misma línea, Buffet alerta a quienes tengan asesores financieros que les prometan actualmente inversiones con rendimientos de dos dígitos que se trata de personas "directamente descendientes de la reina de Alicia en el País de las Maravillas, quien decía: 'caramba, a veces me he creído seis cosas imposibles antes de desayunar'. Tenga cuidado con los asesores habladores que llenan sus cabezas de fantasías mientras llenan sus bolsillos con comisiones".

Queriendo dar el ejemplo contrario, Buffet avisa a los accionistas de Berkshire, un holding que tiene fuertes inversiones en compañías de seguros, que en este sector "la fiesta se acabó" y hay que prepararse para márgenes de beneficios menos brillantes que los últimos años, según informó El Economista.

Asimismo, advierte que Estados Unidos tiene que corregir su elevadísimo déficit comercial y añade que, mientras tanto, nadie puede extrañarse de que parte de los dólares que parten al extranjero a comprar mercancías vuelvan después a comprar bonos de deuda pública de Estados Unidos o, como está ocurriendo últimamente, a adquirir grandes paquetes accionarios de empresas a través de fondos soberanos.

"Esto es resultado de nuestros actos, no de algún horrible complot por parte de gobiernos extranjeros", explica Buffet, ya que "cuando enviamos diariamente 2.000 millones de dólares al resto del mundo, luego deben invertir algo aquí. ¿Por qué deberíamos quejarnos cuando eligen acciones, en lugar de bonos?".

La carta de Buffet concluye con una nota más personal, en la que asegura que tanto él, a sus 77 años, como su vicepresidente Charlie Munger, a los 84, consideran que cada nuevo día "es tan ilusionante que no es de extrañar que vayamos a trabajar bailando tap dance".

"Nacimos en América, tuvimos unos padres increibles que se preocuparon de darnos una buena educación, hemos disfrutado de familias maravillosas y buena salud; y estamos equipados con un gen 'de los negocios' que nos ha permitido prosperar de una manera enormemente desproporcionada en relación a mucha gente que contribuye tanto o más que nosotros al bienestar de nuestra sociedad", concluye.

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