martes, 26 de junio de 2007

Uno de cada tres CEOs es despedido, ¿nos estamos quedando sin líderes?

El mito del CEO heroico está quedando en el pasado. La proliferación de intereses diversos en las corporaciones está tranformando el liderazgo tradicional. Y, quien no se adapte, tendrá que irse...

Los CEOs están en crisis. Según una encuesta de la consultora Booz Allen Hamilton, el 14,3 por ciento de los máximos directivos de una muestra de grandes corporaciones dio un paso al costado durante 2006. Y, de éstos, sólo el 46 por ciento abandonó su cargo bajo circunstancias "normales". El resto fue "invitado a renunciar". En 1995, uno de cada ocho CEOs abandonaba la empresa con un telegrama de despido. En 2006, ya eran uno de cada tres.

¿Qué está pasando con los CEOs? ¿Por qué su rotación está alcanzando máximos históricos?

Según un artículo de Strategy + Business, este fenómeno es la manifestación de una serie de profundos cambios que afectan al liderazgo corporativo.

Hace algunos años, tanto la literatura académica como los medios de negocios vanagloriaban la figura del CEO heroico que parecía encarnar la esencia misma de la corporación. Así, figuras como Jack Welch, Lee Iacocca o Thomas Watson eran idolatradas como poderosos dioses del Olimpo.

Sin embargo, advierte el artículo, estamos ingresando en una época de profundo debilitamiento de los gerentes generales. Los tiempos del "CEO imperial" parecen estar quedando en el pasado.

Ahora, los directorios de las corporaciones, en lugar de delegar casi a ciegas en el gerente general, se involucran cada día más en la planificación estratégica y pretenden mantener un férreo control sobre el desempeño del número uno.

Por un lado, el mayor compromiso de los directores responde a preocupaciones éticas. Desde los resonantes escándalos corporativos de los últimos años, los accionistas se han vuelto mucho más cautelosos a la hora de depositar su confianza en una persona. Al fin y al cabo, no quieren terminar como los shareholders de Enron o WorldCom que vieron pulverizarse su patrimonio por las maquinaciones de unos pocos managers inescrupulosos.

Por otro lado, los directores corporativos también se están volviendo más exigentes en relación con los reclamos de rentabilidad. Hace algunos años, el despido de un CEO sólo llegaba tras varios trimestres de mediocres resultados. Hoy, ya no es extraño que los accionistas exijan la cabeza del CEO si tienen expectativas de bajos rendimientos futuros.

De esta forma, el aumento de la presión de los directores está obligando a los CEOs a modificar su forma de liderar. Ha quedado definitivamente enterrada la época en que el CEO tomaba decisiones casi unilateralmente (si es que esta época alguna vez existió). Ahora, el mandamás necesita una hábil cintura política para conciliar los intereses de los distintos stakeholders de la corporación.

Por lo tanto, señala el artículo de Strategy + Business, buena parte del trabajo del CEO debe consistir en reunirse con accionistas, directores y empleados para comunicarles la estrategia y convencerlos de que la empresa va por el camino correcto. El número uno necesita estar más atento que nunca sobre los reclamos de los distintos miembros de la compañía.

En definitiva, se vienen tiempos de cambio para el líder corporativo. Los otrora todopoderosos héroes se están bajando de su pedestal para embarrarse las manos en la conciliación de intereses cada vez más diversos. Y quienes pretendan seguir en su pedestal, pronto tendrán que desalojar su oficina para hacer lugar a un CEO más apto para el liderazgo de los tiempos que se vienen.

De la redacción de MATERIABIZ

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